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Somos parte del mundo

  • Foto del escritor: Josabet Astorga
    Josabet Astorga
  • 18 sept 2021
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 19 sept 2021

¿Qué lugar ocupamos nosotros, seres humanos que perciben, deciden, ríen y lloran, en este gran fresco del mundo que ofrece la física contemporánea? Si el mundo es un pulular de efímeros cuantos de espacio y de materia, un inmenso juego de construcción de espacio y partículas elementales, ¿qué somos nosotros? ¿También estamos hechos sólo de cuantos y de partículas? Pero, entonces, ¿de dónde viene esa sensación de existir de manera singular y en primera persona que experimenta cada uno de nosotros? Entonces, ¿qué son nuestros valores, nuestros sueños, nuestras emociones, nuestro propio saber? ¿Qué somos nosotros en este mundo inmenso y rutilante?


“Nosotros”, seres humanos, somos ante todo el sujeto que observa este mundo, los autores, colectivamente, de esta fotografía de la realidad que aquí he intentado componer. Somos nodos de una red de intercambios, de la que este libro es una pieza, en la que nos pasamos unos a otros imágenes, instrumentos, información y conocimiento. Pero también somos parte integrante del mundo que vemos; no somos observadores externos: estamos situados en él. Nuestra perspectiva de él es interna. Estamos hechos de los mismos átomos y de las mismas señales de luz que se intercambian los pinos en las montañas y las estrellas en las galaxias. […] En el inmenso mar de galaxias y estrellas, somos un apartado rincón infinitesimal; entre los arabescos infinitos de formas que componen lo real, nosotros no somos más que un garabato entre muchos.

Nuestro saber refleja, pues, el mundo. Lo hace más o menos bien, pero representa el mundo que habitamos.

Las imágenes que nos construimos del universo viven en nuestro interior, en el espacio de nuestros pensamientos. Entre esas imágenes –entre lo que logramos reconstruir i comprender con nuestros limitados medios– y la realidad de la que formamos parte, existen innumerables filtros: nuestra ignorancia, la limitación de nuestros sentidos y nuestra inteligencia, o las condiciones mismas que nuestra naturaleza de sujetos, y sujetos concretos, impone a la experiencia.


somos uno

Esta comunicación entre nosotros y el mundo no es algo que nos diferencie del resto de la naturaleza. Las cosas del mundo interactúan de continuo unas con otras, y, al hacerlo, el estado de cada una de ellas lleva la huella del estado de aquellas otras con las que ha interactuado: en este sentido, están constantemente intercambiando información unas con otras.

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